Y la vida llega a veces
a borbotones apenas controlados,
desbordando surcos y paredes
sin límite, sin cauce, sin dirección,
lo mismo ahoga un sentimiento
que pone fresco humus en la esperanza estéril.
Momentos aquellos de henchida calma
de campos preñados de verde ilusión.
En cambio esa arrolladora corriente
también deja a su paso
vacío, sequedad y dolor.
Son momentos todos,
momentos que conforman el idilio
entre el pecado y el perdón.
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3 comentarios:
A veces lo negamos con la obcecación del converso,pero sabemos que la corriente nos lleva, aunque dejemos de remar.
Joana
La corriente es siempre más poderosa que nuestra voluntad, fluye libremente sin pedirnos permiso, mas fruto de la causalidad que de la casualidad.
Un abrazo.
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